miércoles, 30 de noviembre de 2011

Los culebrones y el parlamentario.

Recuerdo el primer culebrón que vi, auqnue no seguí: "Los ricos también lloran", telenovela mexicana protagonizada por la inolvidable Verónica Castro. Nunca hasta entonces el acento latinoamericano se había hecho tan cotidiano, tan cercano, que con las venturas y desventuras de esta joven desarrapada que se llega a casar con el hijo de un rico hacendado, pasando mil penas y pesares antes de lograr su unión definitiva.

Pero, si hablamos de culebrones, no podemos dejar de mencionar "La Dama de Rosa". ¿Quién no recuerda a la bella y huérfana Cristal enamorada de Luis Alfredo y odiada por la madrasta del mismo que la final resulta ser su propia madre? ¡Vaya lío! Por no hablar del último capítulo, que fue noticia en el telediario nacional.

Pero algo tendrán cuando son tan populares, digo yo. Y si en España tienen tirada, qué decir de Hispoamérica, la Meca de las telenovelas. Tal es su popularidad que en países como Costa Rica, los mismos políticos se están plantenado la posibilidad de limitarlas en número. Claro que es ese país se emiten diariamente 20 series diferentes. Y si en su origen se relegaban a horarios nada atractivos, ahora compiten por los puestos de mayor audiencia. Un diputado llegó a decir en el parlamento tico que pondría mano dura para frenar esa barbaridad que estaba ocurriendo en la televisión nacional. Yo, de esto se extrae la conclusión de que debe recurrirse a medidas drásticas y legitimadas por un parlamento, para que los televidentes cambien hábitos de consumo televisivo.

No se sabe cuál es el atractivo que dichas series tienen entre los espectadores, por qué los dramas con final feliz son tan queridos. ¿Será que nos identificamos en el fondo con esos personajes, sufrimos con ellos y nos alegramos de su triunfo final añorando un príncipe azul para nosotras mismas? Porque, desafortunadamente, el público mayoritario son mujeres, amas de casa y menores de 30 años. ¿Será que nuestra vida no tiene ya bastantes preocupaciones que sufrimos viendo las de los demás? ¿O tal vez nos consolamos?

Y si en  los los años 90 parece que ya no despertaban tanto interés, llega "Yo soy Betty, la fea" y otra vez a empezar. Lo diferente de esta serie fue que introdujo el humor, y las lágrimas dejaron paso a las risas. Ahora las series colombianas parecen ocupar los primeros puestos en producciones, presentando temas más actuales. Sin olvidar, eso sí, el amor, la amistad, la lealtad, el odio y la venganza. Y gente guapa. Es también tema recurrente la diferenciación social, la clase elevada contra la servil, a la que ve de inferior categoría y con la que no quiere más relación que la de señor-siervo. Y, siempre, gente guapa.

No sé qué ocurrirá en Costa Rica, pero en algún que otro país  que yo conozco debería tomar ejemplo y empezar a preocuparse por los contenidos de su programación,  incluso con las producciones propias donde, en muchos casos, la calidad deja mucho que desear.

Eso sí, para ser justa deboo decir que en países como Grecia, por ejemplo, han ayudado mucho a acrecentar el interés por el idioma español al emitirlos en versión original con subtítulos.

Fuente: Diario costarricense "La Nación"


3 comentarios:

  1. Yo creo que se aplica lo de "mal de muchos consuelo de tontos" y porque en cierta medida la gente se identifica con los amores y desamores, y admira a las pobres chicas obreras que sufren su condición para lograr conquistar el amor del hombre rico. En España podría decirse que un fenómeno parecido ha sido el de Belén Esteban, no se si la conoceréis.

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  2. Y siempre es la mujer de baja condición social y casi sin formación (pero con muchas virtudes, eso sí) la que se enamora y enamora al galán guapo, rico y con estudios que la salva de su vida mediocre y la colma de comodidades.¡Puf, qué tipicismo!
    En cuanto a Belén Esteban, por lo que yo sé, ha hecho algo similar pero quitando lo del galán con estudios,¿no?

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