domingo, 4 de diciembre de 2011

¡Hágase la luz!

Rondo ya los cuarenta años y aún no he decidido si la Navidad me gusta o no, lo que creo que pone de manifiesto más la segunda opción que la primera.

Sí puedo decir que me extraña el espíritu navideño del que mucha gente habla: de repente, todos nos despertamos un día más alegres de lo habitual, saludamos a nuestros vecinos con una sonrisa (el resto del año, sin embargo, les tiramos basura por el patio de luces), deseamos felices fiestas y años nuevos (cuando lo habitual es que se nos escapen rayos que los partan a todos), sonreimos ante coros de niños cantando villancicos (pero hemos empezado a buscar en nuestra ciudad restaurantes donde prohíban la entrada a estos pequeños monstruos), nos sentimos más solidarios (somos capaces de dejar unas monedas de propina en un bar cuando a nosotros nadie nos da nada por nuestro trabajo)...

Por no hablar de las pitanzas que nos damos, eso sí, viendo los maratones solidarios por la tele y mandando algún mensajillo por el móvil que nos haga sentir mejor por haber cumplido con nuestro deber cristiano de ayudar al prójimo. 

¿Y qué me decís de los propósitos de enmienda? ¿Y no es increíble cómo se nos olvidan las cosas de repente entre los días de Nochevieja y Año Nuevo? ¡Va a ser verdad que es una noche mágica!

¿Espíritu navideño o hipocresía?  No sé, no sé, no me decido....

Sin embargo, lo que no pensé nunca es que me fuera a echar de menos las luces y los adornos de navidad en la ciudad, hasta este año. Hoy estamos a cuatro de diciembre y Atenas no tiene una triste lámpara encendida recordando las entrañables fiestas que se nos avecinan. Claro que este año, en Grecia, han creado multitud de nuevos impuestos (uno de ellos precisamente viene en la factura de la luz y, si no lo pagas, te dejan sin suministro eléctrico), la edad de jubilación ha subido, mucha gente ha perdido su empleo o han cerrado sus pequeños o medianos negocios, tanto empleados del sector público como del privado han visto rebajados sus salarios desde un 10 hasta un 40%...
¿Habrá habido también una rebaja del porcentaje espíritu navideño que nos corresponde por número de habitante?

La verdad es que poca gente se siente con ánimo de celebrar el nacimiento de un niño, que, por otra parte, nace cada año, cuando no pueden encender la calefacción, cuando no pueden comprar ropa para sus hijos o cuando, siendo jóvenes,  no tienen esperanza de futuro.

Al principio Dios creó el cielo y la tierra.
La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo y el soplo de Dios se aleteaba sobre las aguas.
Entonces Dios dijo: "Hágase la luz".

Pero nadie encendió el interruptor.

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