jueves, 27 de octubre de 2011

Malos que son muy buenos

Este es el título de un artículo que leí en el periódico la prensa gráfica. de El Salvador este verano y la verdad es que me gustó tanto que me permito reproducirlo aquí.

Está escrito por Mauricio Orellana Suárez, escritor salvadoreño ganador de varios premios y finalista en el año 2002 del Premio Planeta.

Espero que os guste tanto como a mí.

"Hay malos que me caían mal por pusilánimes, como Fernando y Pietro del Sheriff Cuatro Plumas. También detestaba a los malos pesimistas que de seguro se habían atiborrado con lecturas de Ciorán (filósofo de los solitarios, de los inconformes y de los hipocondríacos. Rumania, 1911-Francia, 1995).
De Plaza Sésamo me gustaba tanto Enrique como el Cookie Monster. En el canal de al lado, quería que el Coyote atrapara al Correcaminos.
Ahora entiendo que de los malos admiraba su constancia, su presencia de ánimo y su empeño en continuar tras los fracasos: a veces lo bueno contrasta mejor en los malos, es más fácil advertirlo. A nadie sorprendía que un superhéroe salvara a un niño que cruzaba la calle; para mí, lo más llamativo de los buenos eran sus crisis.
Pero como bien dijo L. Tamaral (Lima, probablemente 1902-Sevilla, 1992. La mayoría de los aforismos que produjo L. Tamaral fueron orales. En París recibió clases de filosofía de un entonces desconocido y estrafalario profesor llamado Jean-Paul Sartre. Su lúcido análisis del existencialismo le granjearía, años después, la amistad y la admiración de un músico de jazz interesado en la patafísica y la literatura, de nombre Boris Vian): “Perdura en nuestros días el placer de definir inaugurado por Adán”.
Y definirlo en blanco o negro. Pero en ocasiones excepcionales pasamos a la etapa de lo negro con parches blancos; y si tenemos suerte, después, a la de lo blanco con parches negros. Podemos considerarnos privilegiados si luego alcanzamos la fase de las diversas tonalidades de gris; y hasta hay una promesa de darnos cuenta, si llegásemos a tocar el cielo, de que todo es arco iris y sus mezclas.
De los buenos malos aprendí que hay colores en todos, que somos tonalidades cambiantes que van del negro más impenetrable, pasando por el rojo violento o candente, hasta llegar al blanco magia blanca.
Por inhumanos los siempre buenos resultan aburridos."


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